Columna de opinión de Mauro González, investigador del (CR)2 y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales UACh. Publicada en El Mercurio.
Durante la última década, hemos sido testigos de un cambio sustancial en la actividad de incendios en Chile. El número de incendios, área quemada, duración, simultaneidad, severidad y estacionalidad de los incendios forestales se ha incrementado significativamente en el centro-sur de Chile. Aunque la actividad de incendios ha sido muy variable, en lo que va del siglo XXI, el área anual quemada por incendios de gran tamaño (> 200 ha) ha aumentado más de un 80%. Entre las regiones de Valparaíso y la Araucanía se concentra cerca del 90% de los incendios de mayor magnitud, siendo el Maule y Bío-Bío las regiones más afectadas. Actualmente, la temporada de incendios ya no se acota al usual período del término de la primavera y verano, sino que se ha entendido a todo el año.
Clima, Vegetación y Humanos
La investigación de los patrones espaciales y temporales de los incendios indican que el tipo de vegetación, topografía, condiciones climáticas estacionales y anuales (temperatura máxima, precipitación) y densidad poblacional son los principales factores que determinan la ocurrencia de incendios – especialmente los de gran magnitud- y el área quemada anualmente en Chile. Durante la Megasequía (2010-2015) el número de incendios y área quemada, la simultaneidad, y duración de los incendios de gran tamaño (> 200 ha) aumentó significativamente. Las temperaturas máximas y el déficit de precipitaciones aparecen como los principales factores responsables, gatillado por las preponderantes igniciones humanas y exacerbado por un paisaje de vegetación inflamable, fuertemente dominado por especies exóticas.
Las causas de los incendios están en su mayor parte directa o indirectamente asociadas al ser humano. Los incendios constatados como de origen antrópico – accidentales e intencionales- representan el 87% a nivel nacional, donde un tercio corresponde a incendios intencionales (31%).
El cambio de uso y cobertura del paisaje como también sequías moderadas o severas normalmente preceden los megaincendios. Los estudios indican que el fuego afecta preferentemente a plantaciones exóticas, y bosques nativos invadidos por especies exóticas, seguido de pastizales y matorral, tipos de vegetación que proporcionan abundante y continua biomasa inflamable que favorece la propagación de grandes incendios. En el megaincendio de la temporada 2016-2017, que calcinó en dos semanas medio millón de hectáreas en la región del Maule, un 60% correspondió a plantaciones forestales exóticas.
Hacia paisajes más resilientes frente al cambio climático
La magnitud de los incendios en la temporada 2016-17 (10 veces un año normal) dio cuenta de la necesidad de un cambio de estrategia en materia de manejo y control de incendios. Como ha sido observado en distintos países en Europa, Norteamérica y Australia el modelo tradicional y capacidad de extinción está siendo superado y es necesario adaptarse a este nuevo tipo de incendios catalogados de 5ta y 6ta generación que se estima serán más frecuentes en el futuro. Una de las estrategias clave en este proceso de adaptación incluye rediseñar la configuración estructural del mosaico del paisaje (tipo, ubicación y carga de combustible) de manera de reducir su vulnerabilidad.
Las predicciones futuras indican que las condiciones serán cada vez más favorables a incendios de gran magnitud. Así, condiciones más cálidas y secas en paisajes dominados por una alta y continua carga combustible, facilitarán la ocurrencia de megaincendios en el centro-sur de Chile. Ante este escenario distintas estrategias deben ser integradas bajo una institucionalidad transectorial que avance en una política de adaptación que incluya el manejo, restauración y planificación del uso del territorio.