Cuando el Presidente Sebastián Piñera comunicó su decisión de restarse del Pacto Mundial Migratorio, uno de los argumentos menos expuestos públicamente fue su oposición a brindar beneficios a «cierto tipo de migrantes, como aquellos que abandonan su país por causas de desastres naturales». Esto, según científicos del clima y expertos en conflictividad social, pone al Mandatario del lado de negacionistas del cambio climático, como Trump y Bolsonaro, que no reconocen que el calentamiento global es el responsable de los enormes flujos migratorios por desastres naturales que se están produciendo en estos momentos en el mundo y que, de acuerdo al Banco Mundial, podrían llegar a 17.1 millones de personas solo en América Latina en los próximos años. Ello, sin sopesar que Chile mismo es vulnerable a tales efectos, toda vez que la desertificación avanza rápidamente por la zona centro sur del país, el aumento del nivel del mar amenaza a las costas chilenas y la escasez hídrica en la Cordillera de los Andes multiplica los deslizamientos masivos de tierra que dañan la infraestructura y cobran en vidas humanas la falta de previsión.
Por Héctor Cossio López
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