Análisis: Ozono, un gas de efecto invernadero que requiere mayor atención frente al aumento de las temperaturas | (CR)2

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Rodrigo Seguel, Investigador línea Ciudades Resilientes, Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2; y Laura Gallardo, investigadora principal, Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2

El ozono, la misma molécula que en la estratósfera protege a la biósfera de la radiación ultravioleta nociva, a nivel superficial afecta nuestro sistema respiratorio, altera los procesos fisiológicos en la vegetación (como la fotosíntesis) y reduce la productividad agrícola. Por este motivo, en nuestro país y en muchos otros, su presencia se encuentra regulada a nivel del suelo. Adicionalmente, el ozono es un gas de efecto invernadero, el tercero en importancia en la tropósfera media y alta (de 5 a 15 kilómetros de altura), luego del dióxido de carbono y el metano; por tanto, también su mitigación es coherente con el objetivo de prevenir un aumento de la temperatura promedio del planeta por sobre los 1,5 °C.

Desde que la Región Metropolitana cuenta con una red de monitoreo automático de calidad de aire (1996), en el sector oriente se han registrado los niveles más altos de ozono. Esto se debe, principalmente, a las emisiones de óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles provenientes de combustibles fósiles (procesos industriales y vehiculares), y también a factores ambientales, como el régimen predominante de vientos que transporta los contaminantes desde el suroeste de la ciudad hasta el noreste.

La norma chilena de calidad de aire se orienta a evitar la exposición humana al ozono a niveles por sobre 61 partes por billón en volumen (ppbv) en periodos de ocho horas. Sin embargo, la figura 1 muestra que en el año 2019 la estación de Las Condes presentó 40 días por sobre las 61 ppbv (promedio máximo de 8 horas). La misma figura también muestra que el mes más cálido del año, enero, presentó los niveles más altos de ozono. Por ejemplo, el 26 de enero, en medio de una ola de calor de cinco días de duración, se registró el máximo del año con 87 ppbv (promedio máximo de 8 horas). Ese mismo día también se superó el récord histórico de temperatura de la ciudad con 38.3 °C.

Figura 1: Calendario con los niveles de ozono registrados en la estación de Las Condes en 2019. Los valores representan el máximo diario del promedio móvil de 8 horas. Los recuadros oscuros con números amarillos destacan los valores que superan las 61 ppbv. Los días de la semana comienzan con el sábado.

Esta correlación entre ozono y temperatura se explica, en parte, debido a que la velocidad de las reacciones químicas que conducen a la formación de este gas se incrementan con las altas temperaturas. Además, porque durante los episodios de calor hay mayores emisiones de compuestos orgánicos volátiles, tanto de origen humano (evaporación de solventes, combustibles, etc.) como de la vegetación capaz de liberar estos compuestos de forma natural.

La intensidad y duración de las olas de calor observadas en 2019, sumado a la mayor frecuencia de estos eventos, el continuo crecimiento del parque automotriz y la expansión urbana, son elementos que influyeron en los altos niveles de ozono de dicho año. Para el verano de 2020 el escenario no debiese ser diferente de lo ya observado en 2019. Por este motivo hay que tener especial cuidado con grupos sensibles de la población (niños y tercera edad), sobre todo en periodos de temperaturas extremas.

Así, la ciudad de Santiago, al igual que otras grandes urbes, enfrenta nuevos desafíos asociados a las complejas interacciones entre la atmósfera, los ecosistemas terrestres y el clima. Asegurar una atmósfera limpia de contaminantes para los próximos años no solo requiere disminuir o eliminar el consumo de energía basado en carbono, sino también de políticas públicas diseñadas específicamente para enfrentar este tipo de contaminación.